Entre el enojo y la tristeza: el arte de distinguir lo que sentimos
- Aldana Regalado Mujica
- hace 22 horas
- 2 Min. de lectura
Enojo y tristeza suelen confundirse, por ello, aprender a distinguirlos es clave para sanar y vivir con mayor autenticidad.

Muchas veces confundimos el enojo con la tristeza. Aunque parecen emociones opuestas, en consulta y en la vida cotidiana es frecuente ver cómo se entrelazan, se ocultan o se enmascaran entre sí. Como psicóloga, he aprendido que parte del trabajo terapéutico más profundo consiste en ayudar a las personas (y a una misma) a ponerle nombre preciso a lo que se siente.
El enojo suele señalar una injusticia, una invasión de límites, una necesidad no reconocida. La tristeza, en cambio, aparece ante una pérdida, una desilusión o una desconexión, pero lo interesante es cómo se camuflan: hay quien llora cuando en realidad está furioso, y hay quien estalla cuando lo que necesita es llorar.
Cuentan los antiguos que un día, el enojo y la tristeza se encontraron junto a un lago. Hacía calor, así que decidieron darse un chapuzón. Dejaron su ropa en la orilla y se metieron al agua. Al salir, apurados, el enojo se vistió con la ropa de la tristeza, y la tristeza, sin darse cuenta, tomó las prendas del enojo. Desde entonces, dicen que la tristeza camina furiosa, y el enojo a veces llora en silencio, confundiendo a quienes los sienten. En consulta, suelo contar este relato para explicar cómo muchas veces expresamos una emoción disfrazada de otra.
Como bien señala Daniel Goleman, reconocer nuestras emociones con claridad es esencial para tomar decisiones sensatas, manejar los conflictos y construir vínculos saludables.
En mi práctica profesional, he notado que distinguir estas emociones permite una elaboración más auténtica del dolor. Porque no es lo mismo gritar cuando necesito ser abrazada, que llorar cuando necesito decir “basta”. Reconocer esta diferencia puede ser el primer paso hacia relaciones más honestas y una mejor regulación emocional.
Por último, no se trata de evitar ni una ni otra, sino de permitirnos sentirlas con conciencia. Nombrar lo que sentimos con precisión es, en sí mismo, un acto de cuidado. Como psicóloga y como persona creo que aprender a distinguirlas en general las emociones, no solo nos ayuda a sanar, sino también a vivir de forma más honesta con nosotros mismos.
Exelente , licenciada , está muy claro, gracias
Muy interesante!
Excelente relato sobre la tristeza y el enojo.