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Viviendo con estrés post traumático tras un atropello | CRÓNICA

  • Foto del escritor: Laura Espinoza
    Laura Espinoza
  • 7 abr
  • 4 Min. de lectura
  • Cuento desde mi experiencia cómo afectó mi salud mental que me atropellaran.

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Foto: Unsplash

Todos el mundo sabe que Lima es una ciudad donde el manejo es un caos. Los micros se pasan el rojo para ganar el semáforo, los taxis estacionan donde quieren, los choferes de taxi no utilizan direccional, etc. Que te atropellen trae diferentes efectos ya sea a corto o largo plazo, eso me pasó a mi y aún debo vivir con estrés post traumático.


El momento del accidente


Como todas las mañanas, me encontraba manejando mi scooter yendo al trabajo, ya que es mi medio de transporte y de un momento a otro cuando estaba en verde un taxista no puso su direccional, entonces avancé y él volteó: en una milésima de segundo me encontraba tirada en el piso y mi scooter totalmente roto.


Una chica muy amable me ayudó a levantarme con un señor, mientras el chofer se bajaba de su taxi. Intercambió un par de gritos con la chica, se subió a su carro y se fue, dejándome con dolores intensos en todo el cuerpo. El señor que me ayudó, era coincidentemente jefe de un hospital que estaba frente al lugar donde me caí, me hizo pasar y todos fueron muy amables, me limpiaron las heridas, me prestaron celular para llamar, ya que el mio había quedado totalmente destruído.


Como 30 minutos después vinieron a recogerme y me llevaron al lugar donde tengo mi seguro de salud. me tomaron 8 placas radiográficas dos de espalda, dos de pie, dos de mano y dos de rodilla. El doctor se acercó a decirme la buena noticia que no tenía ningún hueso roto, pero los dolores continuarían y no necesariamente físicos.


Durmiendo y despertando con estrés post traumático


La primera noche fue difícil, no podía dejar de pensar en cómo fue mi caída, mi celular malogrado y qué hubiera pasado si es que este señor que me atropelló hubiese tenido un poco de empatía para ayudarme. Dando vueltas y buscando la posición que menos duela por fin pude conciliar el sueño, pero esto no duró mucho, ya que a las 2 de la mañana volví a despertar, luego a las 4, luego a las 7 y finalmente no seguí durmiendo, porque ya no podía.


Estaba muy preocupada, porque no tenía sueño en el día tampoco y no mostraba señales de querer dormir. Lidiar en el día con los dolores físicos fue complicado y agotador emocionalmente, ya que no podía moverme con facilidad. Fueron dos días que no pude dormir de corrido por las noches y me despertaba muy temprano.


Hablando con mi psicóloga


El día de mi sesión, ingresé como todos los lunes a conversar con Raiza Anchorena, a quien conozco ya hace 5 años y me viene acompañando en altos y bajos emocionales. Le contré a mi psicóloga todo lo que sentía en ese momento y que me encontraba todo el tiempo muy nerviosa y pendiente de mis dolores corporales.


Raiza me tranquilizó y me explicó que yo estaba pasando por un episodio de estrés post traumático, una situación que se muestra cuando alguien vive una experiencia extremadamente amenazante o perturbadora y el cerebro activa mecanismos de supervivencia como el miedo, la alerta constante y la huida.


"No puedes dormir, porque tu cuerpo está esperando alerta a cualquier minúsculo dolor que aparezca para estar precavido. Tu cerebro no quiere descansar, porque en ese momento vas a ser vulnerable a los dolores", explica la psicóloga.

Asimismo, en muchas personas, estas respuestas se reducen con el tiempo. Pero en otras, el trauma deja una huella profunda, y la mente no logra “desactivar” esa alarma, ahí es cuando aparece el trastorno de estrés postraumático.


No a todos les afecta de la misma manera, Anchorena destaca que puede tener otros síntomas:


  • Reviviendo el trauma: pesadillas, recuerdos intrusivos o flashbacks.

  • Evitación: evitar lugares, personas o actividades que recuerden el evento.

  • Hiperactivación: estar siempre en estado de alerta, irritabilidad, sobresaltos, dificultad para dormir o concentrarse.

  • Cambios emocionales: sentimientos de culpa, vergüenza, tristeza profunda, o desapego emocional.

  • Síntomas físicos: tensión muscular, fatiga, dolores de cabeza o malestares digestivos.


Una noche, me desperté de un sobresalto a las 2:30 de la madrugada, ya no podía dormir y recordé que Raiza me había mandado dos videos de relajación para cuando ocurriera esa situación.




Si has pasado por una situación parecida, muy a parte de la terapia, la psicóloga recomienda prácticas como:


  • Técnicas de respiración y relajación.

  • Actividad física regular.

  • Rutinas saludables de sueño.

  • Apoyo social y espacios seguros para hablar del tema.


Una vez explicado el tema, mi cerebro y mi ansiedad se calmaron y entendieron que es temporal. Hasta el día de hoy sigo teniendo sobre saltos en las madrugadas más que nada, pero ya estoy pudiendo recuperar el sueño y pudiendo hacer siestas en el día. La terapia es esencial para sobre llevar eventos traumáticos y complicados que vivimos y que no dependen de nosotros que pasen.

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